NO ALIMENTAR DESEOS INCORRECTOS
Al deseo le pasa como a la semilla que aún teniendo un volumen insignificante si se
le aporta humedad y calor, germina dando lugar a una planta que puede alcanzar gran
envergadura y dar fruto.
Si se detecta un deseo incorrecto que empieza a manifestarse en la mente y que
anida en el corazón hay que eliminarlo cuanto antes. No se debe permitir que eche
raíces y menos aún aportarle nutrientes que lo desarrollarían hasta provocar la necesidad
imperiosa de satisfacerlo.
La Sabiduría Divina y la experiencia de la vida enseñan que hay cosas que no se
deben desear; ni siquiera pensar en ellas, porque siendo la carne débil, el que ahora esté
en pié, mañana podría caer lamentablemente en desgracia.
Para qué procurarse dolor y grandes sufrimientos si se pueden evitar.
Y no solo eso. Para qué dejarse marcar para el resto de la vida, si es posible
evitarlo.
Y peor aún para qué arriesgar la vida, si realmente es lo más valiosa posesión.
No es posible la inmunidad ante el acoso de ideas y pensamientos negativos,
impuros o venenosos. Pero sí es posible aplicarles una terapia eficaz, antes de que
afecten el sano comportamiento.
Para ello se requiere estar consciente de la realidad y luego desarrollar suficiente
interés para evitar que la vida se vea perjudicada por deseos incorrectos.
Si no se quiere que una planta crezca en el jardín, se puede actuar a diversos
niveles. Lo más sencillo y que requiere menos esfuerzo es eliminar la semilla o
preparar un sistema que impida que caiga en tierra fértil. Si ante un descuido se ve
aparecer el brote, se ha de arrancar pronto. Y si se permitió que llegara a convertirse
en planta (cosa improbable si se presta un mínimo de atención al jardín) hay que
proceder a cortarla y eliminar las raíces a conciencia.
Por todos los medios razonables se debe evitar que un deseo incorrecto llegue a dar
fruto pues este podría significar un daño irreparable, la perdición, el fín.
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