LA MEJOR MANERA DE VIVIR CON SALUD
Se respeta tu libertad hasta el grado máximo.
Lo cual no debe inducirte a confusión ya que la libertad tiene unos límites.
Pues sigue siendo responsabilidad nuestra cuidar la salud de que gozamos.
La vida se nos ha dado y si disfrutamos de un buen nivel de salud no hay que darlo por
sentado.
Se debe actuar sabiamente para prevenir en todo lo posible perjudicarla.
Hemos de hacer hasta donde lleguen nuestras posibilidades, debido a nuestro
conocimiento y entendimiento, para no caer enfermos o en una muerte prematura.
Es palpable la dificultad que existe de ser equilibrado en este mundo. Pero no por ello
debemos desistir de intentarlo.
Si no hacemos esfuerzos por serlo, nuestra vida y nuestra salud durarán mientras lo
permitan las circunstancias ; y éstas habitualmente no suelen ser favorables si no se
controlan; y las primeras se pueden perder pronto.
Si la enfermedad está empañando nuestra vida, ya sea debido a herencia o por
adquisición (involuntariamente o por nuestra conducta consciente) no debe ser un
impedimento para que tomemos la decisión de intentar mejorarla.
Siempre se puede hacer algo a favor de una vida mejor.
Es un error garrafal el negarse a buscar información y tirar la toalla buscando acabar
con la vida o hundiéndose progresivamente en la enfermedad.
El mejor método, para mantener la vida y conservar y mejorar la salud, no puede
originarse en el hombre, ya que la vida comenzó antes que su existencia.
En la naturaleza el hombre encuentra soluciones a sus problemas de salud.
Y sin embargo sigue enfermando, envejeciendo y muriendo la Humanidad. ¿No será
que debemos buscar una guía superior?
Se encuentran diferentes tipos de métodos
terapéuticos propuestos por hombres de la ciencia médica para satisfacer las
necesidades de quienes no alcancen a superar los problemas con sus propios medios
(conocimiento , posibilidades materiales y Fe).
Y para todos en general cuando existe peligro de perder la vida.
El Originador de la vida conoce mejor que nadie la naturaleza humana y es el Mejor
Consejero para que podamos vivirla plenamente y seamos felices el mayor tiempo
posible.
Por lo tanto si bien somos libres de acudir en busca de ayuda médica, estaremos
actuando con sabiduría si antes de aplicar lo que se nos aconseja lo analizamos a la luz
de las leyes que rigen la vida.
Uno pronto puede olvidar lo que es básico y fundamental y enredarse en las promesas
llamativas pero en definitiva equivocadas que ofrecen los profesionales (y en algunos
casos comerciantes) de la salud.
Que el profesional de la salud se responsabilice de informarte lo que debes saber y de
enseñarte lo que no has llegado a comprender.
Pero tu salud y tu vida son principalmente responsabilidad tuya y debes esforzarte por
aprender todo lo que sea posible para estar capacitado.
Hemos de confiar en los que saben más que nosotros pero hemos de asegurarnos al
máximo de que son honrados y modestos pues corremos el peligro de caer en manos de
quien, siendo un desalmado, no reconozca sus limitaciones y arriesgue nuestra
integridad.
Se deben abrir bien los ojos y en casos delicados buscar la opinión de varios terapeutas
o especialistas.
Ansiosos porque vemos como se pierde el equilibrio funcional de nuestro organismo.
Molestos porque aparecen síntomas o signos de enfermedad.
Buscamos soluciones rápidas en los fármacos con lo cual muchas veces logramos
“apagar el fuego”.
Pero ¿es así realmente?
Lamentablemente el problema se repite con otra cara y en la mayoría de las ocasiones
con más riesgo para nuestra integridad.
Esto no quiere decir que se deben despreciar los fármacos de forma sistemática.
Cada cosa tiene su función.
Más bien su utilización debe relegarse a los momentos en que no se encuentren
posibilidades de aplicar lo cabalmente eficaz y sano.
Debemos consumir , siempre que sea posible, alimentos de cultivo biológico, integrales,
agradables y vitalizadores.
Hacer ejercicio sano, y buscar la estimulación agradable y global de nuestros sentidos.
Descansar durante el día para destensar el cuerpo y relajar la mente. Y dormir las horas
necesarias por la noche que permitan la recuperación nerviosa.
Leer y meditar y ordenar las ideas y programar las actividades (además de nuestros
objetos materiales) por orden de importancia.
Las consecuencias de este proceder sabio (cosa comprobada a lo largo de la historia de
la humanidad) serán que gozaremos de mejor salud, mayor bienestar y más larga vida.
Y en muchos casos alcanzaremos la ancianidad sin achaques libres de tener que
depender de los fármacos y (excepto por causa de accidentes) con los órganos que
recibimos por herencia.
Una mirada atenta a la sociedad consumista que nos rodea, pone de relieve que hay un
incremento acelerado de automedicación, del abuso de tratamientos farmacológicos y de
intervenciones quirúrgicas para sustituir órganos vitales.
Inquietarse en exceso por las cuestiones de salud o del peligro que existe de morir en
cualquier momento puede conducirnos a olvidar el verdadero propósito de la vida.
¿De qué provecho le sería a una persona pasarse toda su vida buscando ansiosamente
cultivar su cuerpo y llenar su mente de datos para acabar muriendo sin esperanza?
Evidentemente es más importante que la vida, el sentido o propósito que ésta tiene.
Vivir en sentido carnal solamente no tiene más trascendencia que la que tiene la vida de
un animal.
Por ello es indispensable vivir siendo guiados por el Hacedor de la Vida.
Y esta será la única manera de vivir mejor ahora y tener la esperanza de no perder el
derecho a vivir en el futuro.
Ya que esta vida no puede ser todo lo que hay, una parte muy importante de nuestro
tiempo debemos emplearlo en asegurarnos de que nuestra vida tiene propósito.
Y así no nos afectarán tanto los problemas que inevitablemente surgen y la muerte nos
llegará sin tener que estar esperándola con temor.
La tranquilidad y paz que reporta vivir una vida ordenada es uno de los mejores
remedios para cualquier enfermedad.
Para beneficio de los que se emocionan al ver el sufrimiento remediable de otras
personas, deberíamos esforzarnos por practicar los consejos sanos mencionados y así
mejorar los problemas actuales y prevenir los que de seguro llegarán si no estamos
atentos.
Realmente es una expectativa terapéutica el conocer y convencerse de que llegará el
maravilloso y tan ansiado día en que nadie dirá “estoy enfermo”.
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