LA MENTE PUEDE SER RESPONSABLE.
Se puede afirmar sin temor a equivocarnos que muchos problemas de salud tienen
su origen en la forma de pensar; en la manera de encajar lo que imaginamos , lo que se
nos dice o lo que sentimos.
Se puede utilizar un símil; es como la “salud “ del automóvil que dependerá en
gran parte de la forma de conducirlo y de la atención que presta su propietario al
mantenimiento del mismo.
El cuerpo humano se desarrolla de acuerdo a una información genética que forma
parte del nuevo ser y que pone en marcha unos mecanismos autorreguladores que le
permiten mantener su equilibrio vital, si se le deja actuar y se le provee lo esencial para
realizar sus funciones básicas.
Pero la mente, que está íntimamente unida al organismo, puede zarandearlo y
desquiciarlo hasta enfermarlo y llegado al límite, hasta causarle la muerte.
El individuo que no controla su mente y sus
emociones se convierte en el peor enemigo de sí mismo.
Claro está que no podemos delimitar marcando una línea entre cuerpo, mente y
espíritu, aunque reconocemos que existen como partes de nuestra persona.
Se les estudia por separado pero en la realidad son un todo indivisible.
La vida humana es una maravillosa fusión de estos elementos y forman una unidad
funcional.
Pero hemos de reconocer que se debería considerar un orden en su importancia:
espíritu,
mente
y cuerpo,
para vivir una vida con sentido y con la mejor salud posible.
!
Y aquí interviene la personalidad , la idiosincrasia de cada uno.
Según las creencias del individuo, su valoración se decantará hacia un lado u otro.
Y eso es controlado por la mente consciente y racional. Por la libre elección de lo
que se desea pensar; y que se acepta como válido e importante.
Hay individuos de diferentes características pero todos tienen cierto grado de
sensibilidad . Bien es cierto que los hay prácticamente insensibles, y los hay
hipersensibles.
El grado que cada uno tenga de sensibilidad influirá en el daño que pueda recibir el
individuo.
He reflexionado en muchas ocasiones como es que un simple perrito mastique sin
problemas un hueso astillado y duro y no le sangre la boca, y sin embargo es algo
impensable que cualquiera de nosotros pueda hacerlo.
Solo por pensarlo me parece sentir dolor en la boca entera. Si bien es cierto que la
constitución orgánica es diferente y que la boca del perro está preparada para esos
menesteres, también es cierto, y es adonde quiero llegar, que el perro carece de
prejuicios mentales que le hayan sensibilizado, que le pudieran hacer titubear a la hora
de enfrentarse al hueso.
Esto explicaría el porque ciertas personas se pueden enfrentar a situaciones con
una entereza asombrosa; no que se comporten como animalitos que eso sería otra
cuestión y que debe evitarse, sino que manifiestan poseer una mente fuerte que les
permite ser capaces de enfrentarse a situaciones que para otros individuos son barreras
insalvables.
Podemos plantear una cuestión.
Si se pudiera rehacer la mente del individuo; es decir si cambiara su forma de pensar,
¿no podría reaccionar de forma diferente y positiva?
Es un hecho el que un cuerpo y un espíritu, sometidos a una forma de pensar
perturbadora, desestabilizadora acabarán padeciendo una sobrecarga enfermiza, que no
tardará en materializarse con molestias o enfermedades..
De la misma forma que un cuerpo mal cuidado, mal nutrido puede embotar o
desequilibrar la mente.
Y un espíritu herido puede deprimir la mente y pudrir los huesos.
Cada uno recibe por herencia una constitución y una carga energética que según
como se traten pueden dar un fruto u otro. Si la mente se va construyendo en base a la
realidad, es decir de acuerdo con las verdaderas posibilidades del individuo, colaborará
para el robustecimiento de la salud .
Si la mente no se utiliza apropiadamente puede llegar a ser responsable de la
pérdida del equilibrio vital y la causa de muchos trastornos y enfermedades.
Y también impediría la recuperación de otras patologías de origen externo u
puramente orgánicas o espirituales.
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